Pronunciamiento de la ACIN: Caminamos la paz en el Norte del Cauca

por Soporte

 ONIC respaldando la Minga por la Paz.

Septiembre 6 de 2016

Damos la bienvenida e invitamos a todos los caucanos y visitantes a que se unan a esta gran movilización. Reunidos hoy en el municipio de Santander de Quilichao y mañana en Corinto, nos encontramos miles de voces para decir SÍ a la Paz. Como campesinos, afros, indígenas, estudiantes, profesores, mujeres, hombres, niños y mayor@s, queremos expresarle a Colombia y al mundo que para el norte del Cauca la paz siempre ha sido prioridad y nunca una bandera enarbolada en vano. Nuestras comunidades y nuestras vidas, lamentablemente han sido atropelladas por la guerra de muchas formas, a lo que siempre hemos antepuesto la organización y la resistencia. Enfáticamente hemos expresado nuestra exigencia de una salida negociada al conflicto armado que nos permita hacer realidad nuestros sueños de un departamento y un país mucho más incluyente y justo.

Por eso saludamos la firma del “Acuerdo Final” suscrito entre el gobierno y las FARC en La Habana el 24 de agosto, porque significa la posibilidad de cerrar el ciclo de guerra y violencia que comenzó desde hace varias décadas y que ha significado muerte, masacres, desaparecidos y el desplazamiento de cerca de seis millones de colombianos y colombianas; principalmente provenientes de las zonas rurales y con destino a las dificultades de la vida urbana. Falta aún por concretar las negociaciones con el ELN, el EPL y el sometimiento a la justicia de las denominadas Bacrim y las bandas paramilitares que continúan actuando en diversas regiones.

Por lo anterior se hace necesario que como organizaciones fundadoras del Consejo Territorial Interétnico e intercultural del Norte del Cauca no cesemos en el proceso de fortalecimiento, acompañamiento y orientación político-organizativa en la etapa de implementación de los acuerdos. Con tal fin se ha organizado esta movilización, para expresarles a los Consejos Comunitarios: Bellavista, Las Brisas, Alsacia, Río Timba, Jagual La María, a los Cabildos y Resguardos: Sinaí, El Playón, La Playa Pueblo Nuevo Ceral, Cerro Tijeras y Corinto junto a todas las comunidades campesinas asentadas cerca de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización que estamos a su lado para darles fuerza en este reto de planificar y ejercer control territorial para contribuir en este arduo proceso de caminar la PAZ.

Leemos que el fin del conflicto armado, debe servir para iniciar la construcción de un país menos desigual, más incluyente y justo socialmente. Sin embargo, vemos con preocupación que se siguen dictando políticas que afectan al pueblo: una reforma tributaria que aumenta la desigualdad, una obstinada decisión de basar el crecimiento económico en el extractivismo, la agroindustria; usando incluso técnicas como el “fracking” y demás proyectos inconsultos con las comunidades, las ZIDRES y la extranjerización de la tierra, entre otras. Todo esto acompañado de una militarización de los territorios y una política de represión al derecho constitucional de protesta social y pacífica.

Lo anterior es sinónimo de las disputas que tendremos que afrontar en la etapa de implementación y pos-acuerdo, que más que certezas plantea escenarios de discusión política sin el retumbar de las máquinas de guerra. Por ese motivo señalamos que estos acuerdos son un paso firme en el camino de construcción de paz y hemos decidido apoyar el SÍ en el plebiscito que se avecina. Un SÍ sentido desde el corazón que exige respeto a la autonomía territorial de los pueblos ancestrales, a la jurisdicción especial indígena, al gobierno propio, a las formas de autoprotección y control territorial como la guardia cimarrona, campesina e indígena, y en general, a los derechos que tenemos como colombianos. Esta es la guía que debe orientar a quienes decidan caminar la paz, porque sin aplicar este principio se tiende a extraviarse de la senda y terminar repitiendo un ciclo fatídico para las páginas de nuestra historia de lucha y resistencia pacífica.

Reiteramos que debe hacerse efectivo el acceso a la verdad, justicia, reparación individual y colectiva, junto a las garantías de no repetición, puesto que estos son los pasos necesarios para señalar las responsabilidades de los autores que han violentado a las comunidades, conllevan a iniciar una ruta orientada a la reconciliación y a nunca más repetir este ciclo de sufrimiento que ha afectado la armonía y pervivencia de los pueblos. Así pues, invitamos a la Mesa de Conversaciones y al pueblo colombiano a reconocer que la Jurisdicción Indígena ha sido efectiva a lo largo de la historia y que en la etapa de pos-acuerdo debe seguirlo siendo, lo cual depende en gran medida de una solución política, presupuestal y la concreción de los mecanismos de coordinación entre jurisdicción especial indígena en relación a la justicia especial para la paz.

Para lo anterior se debe reconocer que esta guerra ha sido un peso que hemos cargado como sociedad, sin embargo el conflicto armado ha provocado afectaciones particulares a los grupos étnicos, sus territorios y especialmente sobre las mujeres, quienes desde siempre han luchado para defender sus territorios y la vida, por tanto se hace imprescindible que este paso que se da hacia la paz permita a nuestras mayoras, madres, hermanas, esposas e hijas ampliar su participación y capacidad de decisión en todos los escenarios de la vida política, económica y cultural, ya que su resistencia a la violencia ha sido un ejemplo que señala el camino de la PAZ.

Caemos en cuenta que somos la generación responsable de atender los desafíos que representa el camino de la paz y vemos que los acuerdos son apenas una ventana abierta invitándonos a ver más allá de los miedos políticos y llamándonos a reafirmar nuestras resistencias e identidades, reconociendo al otro con sus particularidades y formas de concebir el mundo. Encontrados en la diversidad nos une el sueño de un Cauca y un país que de manera colectiva y armónica ordene sus territorialidades, donde a cada familia rural y urbana se le garantice una vida digna, viviendo el principio de respeto y cuidado a la madre naturaleza como fuente de vida, que se resuelvan los conflictos de manera dialogada, se eduque en la solidaridad, reciprocidad y que florezcan las comunidades. Por eso señalamos la importancia de continuar en la tarea de fortalecer nuestros planes de étno-desarrollo, integral campesino y planes de vida puesto que en ellos se concreta el sentir de los pueblos interétnicos e interculturales.

Por otra parte, consideramos que la vida de los colombianos debe empezar a desmilitarizarse, no es coherente continuar invirtiendo el dinero de los colombianos en la guerra, sabiendo que nuestro país es uno de los más desiguales de la región. El caminar de la paz avanza si hay voluntad de cerrar esta brecha, si se apura el paso combatiendo de manera efectiva la falta de oportunidades, asegurando acceso a la tierra, salud, educación diferencial y de calidad en las áreas rurales y urbanas, garantizando un empleo pleno y promoviendo la organización social para dinamizar las transformaciones estructurales necesarias para la vida digna de los colombianos.

En tal sentido se debe impulsar un dialogo abierto sobre la política de manejo de drogas y la manera en que la prohibición y la estigmatización a los cultivadores de hoja de coca y marihuana han sido motores que durante décadas han descarrilado las economías propias provocando violencia y atizando en el fenómeno del narcotráfico y la guerra. Incansablemente se ha señalado que los cultivos catalogados como de uso ilícito, han sido la única forma de subsistencia que los pobladores rurales han tenido, quienes obligados por las condiciones de olvido y atraso rural, han encontrado en el cultivo de coca y marihuana una alternativa a la crítica situación que se vive en los campos. De otra parte, se debe dejar en firme nuestra posición de no permitir que los intereses del capital nacional e internacional monopolicen la propiedad colectiva y el uso tradicional de plantas consideradas como sagradas para los pueblos. Más bien proponemos que se fortalezcan las economías solidarias, los mercados comunitarios y todas aquellas iniciativas de economía alternativa que permita a los habitantes del campo trabajar y ser retribuido de manera justa por ello.

No perdemos de vista que todo lo que estamos viviendo es un momento histórico y representa la voluntad política de las partes, no obstante hasta el momento sólo contamos con la firma de unos acuerdos y varios apretones de manos simbólicos entre las delegaciones, lo que no significa que en efecto se haga realidad lo consignado en las 297 páginas suscritas. Durante décadas hemos vivido sistemáticos incumplimientos por parte de los gobiernos y de las FARC EP a los que les ha quedado grande cumplir su palabra, por tal motivo vamos a estar prestos a denunciar y movilizarnos en aras de hacer respetar lo consignado en el capítulo étnico constitución política.

Convocamos a las organizaciones del movimiento social y político a sumarse a la construcción de esta agenda de una paz digna.

 

Pueblos caminando y tejiendo una paz digna