El vuelo de Kukamba

Por: Silsa Matilde Arias Martínez.
Comunicadora Kankuama

Desde territorio ancestral atanquero alzó el vuelo Víctor ‘Kukamba’ Gutiérrez.

El revolotear de los pájaros canta y danzan de manera triste y diferente, porque el sonar del tamborcito que el capitán de los Kukambas hacía repicar desde la lomita del barro colorao en el corregimiento de Atánquez ya no se escuchará igual.

Como en todos los años de su vida, porque fue ofrecido al ‘Santísimo Sacramento’ desde antes de nacer, como aprendiz primero, y luego al asumir ese legado escuelante, Víctor Gutiérrez guió con su tamborcito el llamado entre callejones empedrados y empinados, la ruta danzarina de los Kukambas, uno de los elementos que conforman el ritual ancestral del Corpus Christi. Este ciclo lo cerró en la madrugada del miércoles 30 de diciembre en una clínica de Valledupar, cuando el nivel de azúcar pasó de 500 en un organismo que venía disminuido por la penosa enfermedad.

Víctor 'Kukamba', un hombre curtido por el trabajo agrícola en la vertiente suroriental de la Sierra Nevada, quien con los otros capitanes de los diablos, negros y negritas, pese a la Ley Emiliani siguió danzando para no morir bajo el fragor del solsticio los tres jueves con sus lunas y soles en la población de Atánquez.

Totalmente ajeno a la muerte, el Capitán de los Kukambas no tuvo el tiempo terrenal para enterarse que según el almanaque Bristol en el año 2016 el ‘reencuentro sin encuentro’ será el jueves 26 de mayo, para así reencontrarse el jueves siguiente en el danzar de la vida y la muerte, y en el caso de Víctor, seguir su camino eterno en la Sierra…

La Kukamba es la segunda franja del mochilón colorido del Corpus Christi, que escenifica entre otras concepciones la lucha entre el bien y el mal, de ahí que su aporte como ave mensajera va siempre entre los diablos, negros y negritas; mediando con su plumaje de ‘dugao’ fresco y su tocado en la cabeza con un gran pico, semejando al cóndor de la Sierra Nevada. Es la danza de la paz y la reconciliación.

Así, como lo marca la tradición a la que fue encomendado antes de ver la primera luz, cerrando el ‘Chipire Espiral’, la luna del tercer jueves del solsticio, y entre el danzar de las nubes dibujaron ‘la caída’ de uno de los grandes; aunque su tocado reverente no dejó descifrar de cuál escuela danzante sería, por eso en Atánquez varios danzantes de la vida y del reencuentro entre el bien y el mal se tomaron su primer trago de café sin panela, y sin embargo les dejó un sabor redulce en la lengua.

Víctor ‘Kukamba’ Gutiérrez, hijo del memorable ‘Chico Boa’, quien afirmó en su retoño el legado, primero como danzante de ‘Los Diablos Pisa Barro’, seguirá siendo el Capitán de la danza de Los Kukambas, de ahí su digno apodo por el que lo conocían en todo el resguardo Kankuamo.

Su complemento en la vida, Ana María Pacheco, paradójicamente compartirá el año que viene dulces de filo y alfandoque a los danzantes negros y negritas, diablos y kukambas, cuando vayan a visitarlo en el tejido del Corpus Christi para no olvidarlo jamás. Algún día, Ana María dijo que el mal de azúcar en la sangre le había desmejorado su danzar desde hace cinco años, cuando Víctor con su tocado convocaba y guiaba con su tamborcito el danzar de las aves mensajeras y conciliadoras, más vigente en la actualidad por los vientos de paz que se presagian sobre los territorios indígenas.

La siembra final de Víctor ‘Kukamba’ Gutiérrez será en Atánquez este jueves 31 de diciembre, para despedir el año 2015 entre danza y café, y el recabar de la memoria como uno de los grandes en el arte de cultivar el sincretismo cultural de Atánquez para el mundo, porque también dejó su legado en un nutrido semillero que continuará con el danzar de la vida y la muerte por las empedradas calles del territorio kankuamo. Hasta pronto Kukamba…

El Corpus Christi que se celebra en varias partes de América, en el corregimiento de Atánquez es la única parte donde se ritualiza la paz, con la kukamba; los tres grupos danzantes entran a la iglesia San Isidro Labrador y se realiza un jueves; mientras que en Valledupar, por ejemplo, sólo toman parte en la danza los negros, negritas y el diablo, los danzantes pueden llegar hasta el atrio y la ceremonia se lleva a cabo el día lunes.