El Tesoro Quimbaya, la vida de 102 pueblos en persistencia

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Saludamos al honorable magistrado de la corte constitucional: Alberto Rojas por  convocarnos a esta audiencia pública. Hoy aportaremos desde la palabra dulce y desde la historia  de los pueblos indígenas un grano de arena, con el fin de resaltar el arte y la ciencia de nuestras culturas milenarias. Luchar por el retorno de estas representaciones hacía nuestros territorios originarios es luchar por los faros espirituales que iluminan nuestros caminos. El camino de los pueblos indígenas hace parte también del camino de los colombianos.

Saludamos de manera grata la decisión que con perseverancia asumió el hermano Colombiano Felipe Rincón Salgado, pues se inquietó, estudió, investigó y solicitó la repatriación del tesoro Quimbaya; necesitamos más hermanos como él, que actúen desde el sentido común y desde la identidad ancestral, más ciudadanos así, y menos gobernantes como el Expresidnte Carlos Holguin Mallarino que pagan favores políticos con el patrimonio de los pueblos indígenas.

Empezaremos por presentar nuestra organización que hoy me designó para hablar en nombre de la diversidad de pueblos indígenas; La Organización Nacional Indígena de Colombia – ONIC, está conformada por 102 pueblos indígenas, donde conservamos 64 idiomas vivos; es una organización de derecho propio, con competencia legítima para realizar procesos de concertación entre los pueblos indígenas, sus autoridades y organizaciones. Nuestra organización se rige por los principios del Movimiento Indígena: Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía; y su quehacer está basado en reconocer y afirmar que: La Madre Tierra es sagrada, porque gracias a ella surge y se desarrolla la vida. Defender la Madre Tierra es proteger la vida.

Todos los colombianos estamos ligados espiritualmente a la cultura Quimbaya en términos de arte y ciencia, tenemos una herencia que a pesar del paso de los años no ha desaparecido, por el contrario, aún pervive en los diversos estilos de vida que nuestras sociedades desarrollan, parte de la evidencia material está representada en el tesoro Quimbaya. Para nosotros el tesoro Quimbaya no tiene ningún costo monetario, en tanto el espíritu de un pueblo hecho arte no tiene precio; tiene un valor espiritual, ya que representa la dignidad y coraje del espíritu de un pueblo que fue masacrado hasta el punto de llegar a su exterminio.

La apuesta está en defender el patrimonio de la humanidad, la madre tierra y su conocimiento, ahí reside el legado, la enseñanza de nuestras culturas indígenas como la  Quimbaya nos da la fuerza para seguir caminando, como pueblos, como sociedad y como país.

Es justa la repatriación del “tesoro Quimbaya” para hacer posible la recuperación de los conocimientos, las prácticas culturales y espirituales que nos ligan a los hermanos indígenas Quimbaya. Así mismo, la simbología espiritual que este representa es tan importante para los pueblos indígenas como la Estatua de la libertad para el pueblo Norteamericano; es decir las 122 piezas que están en Madrid España, no son únicamente la representación de un tiempo pasado glorioso olvidado, por el contrario son el presente, son la base de nuestra existencia y nuestro futuro como pueblos apegados al territorio.

INSTRUMENTOS Y PROCEDIMIENTOS EN EL ORDENAMIENTO  INTERNACIONALE PARA LA REPATRIACION DEL TESORO QUIMBAYA

Como pueblos indígenas podemos apelar a tres normas internacionales que consideramos pueden aportar  a la repatriación del Tesoro Quimbaya, como lo es: la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Pacto Internacional de derechos civiles y políticos.

 

El instrumento que especifica el procedimiento para la repatriación es la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003. Colombia ha ratificado la Convención y es parte del grupo III. La Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial definió al patrimonio  cultural inmaterial como “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

 

Prosigue, Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”.

Es así que dentro de la cultura de los pueblos cuando una pieza de orfebrería o cerámica era sepultada al lado de un cacique, mayor o autoridad se hacía con un sentido y una intención: demostrar la importancia que esta persona poseía al interior de su comunidad, es por ello que las piezas encontradas en lo que fueron  dos tumbas, hacen parte del patrimonio material e inmaterial de los pueblos indígenas, motivo suficiente para ser regresadas a su territorio de origen, y hagan parte integral del legado cultural que nos heredaron nuestros antepasados.

A lo largo de los años los pueblos indígenas de Colombia han solicitado a muchas autoridades del país la repatriación de las piezas que fueron guaqueadas, robadas, donadas y que hoy se encuentran en colecciones privadas y museos alrededor del mundo, sólo con el retorno de este patrimonio se podrá pedir a nuestros dioses que realicen la curación de todo lo que hoy nos afecta.

En cuanto a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que enfatiza que como pueblos indígenas tenemos el derecho a la restitución de los bienes culturales y espirituales de los cuales hayamos sido despojados.

De allí,  que en su artículo 12 numeral segundo reza: “Los Estados procurarán facilitar el acceso y/o la repatriación de objetos de culto y de restos humanos que posean mediante mecanismos justos, transparentes y eficaces establecidos conjuntamente con los pueblos indígenas interesados”.

 

Por último, en cuanto al derecho que nos asiste en el marco del Pacto Internacional de derechos civiles y políticos, en su artículo 27 señala que “en los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma”.

EL DERECHO QUE NOS ASISTE, EL DEBER QUE LES ASISTE.

Manifestamos con respeto, pero con vehemencia y desde el corazón de todos nuestros hermanos indígenas y no indígenas colombianos, que la repatriación del tesoro Quimbaya es una deuda histórica que tiene el estado colombiano con los pueblos indígenas y todas sus gentes; en tanto, el Tesoro Quimbaya fue utilizado para pagar una deuda inexistente, que solo cabía en la mente de una persona desposeída de sentido común como el expresidente Holguín Mallarino; al manifestar que el  tesoro Quimbaya era “una obra de arte y reliquia de una civilización muerta,…”,.

Hoy los 102 pueblos indígenas no hacemos parte de una civilización muerta sino de la continuación de una herencia milenaria,  encargados de proteger el precioso legado, de crear y defender la vida en todas sus formas y representaciones.

El irrespeto por los objetos sagrados de los pueblos indígenas, ha generado saqueo y robo para ser ofrecidos como mercancía y objeto de transacciones. Nadie tiene la autoridad para apropiarse de elementos sagrados, porque son espíritus con vida, trasladarlos a otros lugares genera una desarmonía en los territorios de origen, por ello las consecuencias en  nuestro país son problemas de todo tipo: salud, hambre, etc.

Hoy, instamos al gobierno español, a la corona española y a todas las instituciones españolas la repatriación del “Tesoro Quimbaya”, como gesto inequívoco de buen entendimiento y para la puesta en práctica de los principios de solidaridad y hermandad, de todas las naciones civilizadas y democráticas.

Solicitamos no considerar el patrimonio indígena como una colección de bienes y obras de arte propicias para la exhibición, o para “embodegarlas” en un museo. La identidad de los pueblos no responde al número de piezas acumuladas en un museo de arte, ni a una feria de exhibición, sino al significado y la interpretación que estas  creaciones tienen desde su territorio de origen, Habrá alegría en todos nuestros corazones si logramos la repatriación del tesoro Quimbaya que es espíritu hecho arte. Tal vez nunca entenderán nuestras demandas en términos espirituales y de protección de nuestra madre tierra, no pedimos semejanza en nuestro sentir, pero si respeto por las formas de representación de este sentir.

Seguiremos persistiendo, en tanto estas pequeñas luchas son en realidad la esencia de los principios del movimiento indígena: Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía. Somos esencia de vida, esencia de patria. Gracias.

Rosendo Ahue

Consejería de Medicina Tradicional y Salud Occidental